El hotel es en realidad una casona antigua muy bonita convertida, lo que reamente hace que se diferencie de los hoteles convencionales, y si le sumamos la atención de todo el staff hace que sea un lugar ideal para pasar los días en Mendoza.
La ubicación es perfecta, super céntrica, y en un zona residencial muy bonita.
La habitación que nos tocó fue cómoda, amplia, daba a la calle pero no se sentían ruidos ni nada que molestara.
Veo que muchos critican el desayuno, y no es que sea malo o básico, sino que están acostumbrados al desayuno buffet en donde tenes todo servido, y acá en cambio, van pasando mesa por mesa para consultar que te gustaría desayunar, y tengan en cuenta que ofrecen huevos revueltos, medialunas, tostadas, frutas, y a la vez pueden pedir que les traigan mas, o que les sirvan otro cafe, por lo cual es un servicio diferente pero cumple, (pedimos disculpas si el primer día estuvimos un poco apuradas pero teníamos una excursión a las 7.30 y necesitábamos desayunar rápido, como el servicio es mas bien personalizado parecíamos un poco ansiosas jeje)
Igualmente reitero que lo que mas se destaca es la atención familiar de todos el staff, te hacen sentir como en casa e intentan ayudarte en todo.
Realmente es un hotel para recomendar y volver a ir =)