Hace varios años visitamos San Rafael y este lugar nos dejó una muy buena impresión. Este enero volvimos y la verdad es que no defrauda. La atención de su dueña Agustina es por demás agradable y genera un resultado muy positivo cuando sabemos que detrás de la cocina está su marido.
Definitivamente tienen que pedir una mesa en el jardín y cenar debajo de la parra. Se sentirán en otro lugar. La iluminación acompaña perfectamente.
Las mollejas de entrada están muy bien. El ojo de bife muy bien condimentado. En definitiva, muy recomendable. No dejen de ir.
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