Durante al menos los últimos 5 o tal vez 6 años, nos alojábamos en este hotel, en cada viaje a Santiago del Estero. Mínimo, una vez por año. Estuvimos entre el sábado 28 de septiembre y el lunes 30 de septiembre de 2019. Es impresionante la caída de nivel del hotel. Si bien el personal sigue siendo amable y abnegado, el mantenimiento general deja mucho que desear, y -lo peor- es el desayuno. Se ofrece como buffet, pero no hay pan fresco, no hay facturas ni medialunas, ni bollería similar. Sólo hay galletas tipo marineras, bizcochos salados, y algunas rebanadas de alguna torta casera. No se ofrecen frutas frescas, ni queso untable, ni queso en fetas o rodajas, ni fiambres de ninguna clase. El jugo es preparado de sobre, y los cubiertos son de plástico descartable, al igual que los vasos. No hay platos para servirse, y los vasos también son de plástico descartable. Un horror, y la tarifa es la misma que percibe un hotel de verdaderas 3 estrellas en Buenos Aires, Córdoba o Rosario, pero un servicio verdaderamente mediocre. Lamento hacer este comentario, pero es indignante la escasa calidad de lo que ofrecen, contra el valor que perciben,