Como dice otro visitante, es muy difícil de hallar, ya que no hay carteles indicativos y está en el medio de chacras dedicadas a diferentes cultivos. El hotel tiene un diseño interior espectacular, así como su decoración, excepto, para nuestro gusto, el wine bar que parece un rejunte de diferentes muebles que no le dan armonía al ambiente. Los vinos que experimentamos, rosé y malbec/merlot tope de su línea, muy buenos. Pena la comida, el chef necesita ir a hacer un curso urgente de cocción de diferentes carnes. Para experimentar el rosé nos trajeron un plato con diferentes appetizers, bruschettas con tomate y mollejas (lo mejor de todo lo que comimos), quesos, jamón, etc. Luego para la cena el chef nos dió la opción de sorprendernos !!?? vaya si nos sorprendió, mi marido que recibió un plato de cordero arrollado tuvo que tragar cada bocado con abundante vino, pues estaba resecado. Mi lomo había perdido el punto hace rato. Por otro lado, debemos destacar que el personal fue sumamente simpático y atento y que fue agradable recibir su vino de postre como regalo.
Sólo tuvimos tiempo de recorrer la bodega y sólo dar un vistazo al viñedo, que resultó interesante.