Un hospedaje arquitectónicamente bonito, no más que eso. La vista es hermosa, aún así los espacios externos son acotados para la temporada estival, más allá de la piscina. El sitio promete ser un lugar de descanso, silencioso el segundo dia, pero el primero nos desbordó por la tarde, el sonido de cumbia del camping cercano. Recomiendo reservar la cena en el momento de programar el viaje; no llegamos a comprender la política del establecimiento, ya que solo aceptan ocho comensales. Con lo cual, alojarse en la ciudad hubiera sido una opción más acertada ya que tuvimos que desplazarnos nueve kilómetros (dos de ripio), para almorzar o cenar. Nuestra estadía, no fue pensada como un lugar de paso, opino que de ningún modo cubre el standar de calidad y servicio que ofrecen, para todos sus huéspedes por igual.