Simpático restaurante en casona antigua producida. Agradable almuerzo al aire libre bajo los árboles, con la sorpresa del acompañamiento. Nos ubicaron a pocos metros de los parlantes que con demasiado alto volumen (opinión compartida por mis nietos) emitían algo así como música electrónica con percusión (confieso que no es mi tema). Pedí a la moza bajar el volumen, me dijo que lo pediría al ddjj y se redujo bastante, con temas más melódicos. Yo hubiera preferido el canto de los pájaros, ya que en mi opinión no era la hora, el lugar, el ambiente, la ocasión ni la audiencia para ese tipo de entretenimiento, más apto para una cervecería under 30 después de medianoche...
Carta variada de pizarrón, elegimos unas buenas Pappardelle con hongos y langostinos, y hamburguesas los jóvenes.
Hay un estupendo invernáculo antiguo de muy buen diseño que sería interesante utilizar, reciclado y climatizado mediante.