Nada más que llegas al hotel, te das cuenta que entras en un sitio especial. La cercanía a Yosemite ya le hace magnífico de por sí, pero cuando ves el ambiente de las habitaciones con terraza, la recepción, el maravilloso restaurante, junto a un precioso camión de bomberos antiguo, y una cercana estación de tren turístico de vapor, es cuando confirmas que realmente es un lugar especial.
Las habitaciones son amplias y limpias, con sólo una pega: no vendría mal una nevera en ellas para poder meter desde alimentos y bebida hasta medicamentos.
El restaurante es fantástico, tanto en decoración como en la cocina. Recomiendo los muffins caseros del desayuno. Los mejores que he probado nunca.
Parking gratuito, amabilidad del personal, café gratis en la recepción, son algunas de las características de un lugar de cuento al que espero volver, sobre todo porque Yosemite merece una y mil visitas, y no dudaría en reservar este hotel, que a su vez es muy solicitado, pues la relación calidad precio es muy buena. Vale cada dólar que se paga.