Nos quedamos una noche, camino a los Esteros del Iberá. Este campo tiene un encanto especial, su dueña es amorosa y nos hizo sentir supe bien recibidos. La casa tiene una biblioteca espectacular, los cuartos son amplios, cómodos, muy bien cuidados y decorados. Los baños impecables. Nos prepararon un cordero a la parrilla para todo el grupo, en una mesa larga y muy bien puesta. nos llevaron a recorrer el campo en comioneta al atardecer, a los chicos les dieron el equipamiento para ir a pescar al lago. Nos sorprendió que un lugar que era de paso, termino siendo un lugar tan especial al cual nos encararía volver solo para quedarnos unos días ahí!
Gracias Marisa por tu calidez!!!Más