El Hotel es el antiguo Delta, por lo que tardamos un poco en poder dar con él. Una vez llegamos nos sorprendió la amplitud del hall, decorado sobriamente pero con gusto. El personal estaba aprendiendo aún, pero fue muy amable en todo momento y no me importó tardar en hacer el check in. La zona del restaurante es igualmente preciosa con una enorme chimenea, y merece la pena relajarse un poco allí... Es la típica decoración de un hotel de montaña, pero modernizada.
Yo tenía una habitación con balcón e impresionantes vistas a la montaña, sin ruido por las noches, con una cama muy cómoda y lo suficientemente ampliar para sentarte y disfrutar de las vistas.
Como punto negativo es el precio del parking, que es caro y aparcas en una calle al aire libre. El Hotel tiene wifi y una piscina con tres jacuzzis al aire libre, con vistas alucinantes.
Muy recomendable.