Llegué a este hotel casi por casualidad. Hace unos años mi hijo lo había elegido por su excelente ubicación y su conveniente relación precio/calidad.
Recuerdo haberle comentado que parecía un edificio sacada de una película de Superman con todo el encanto de las edificaciones de antaño.
Me quedé en este hotel unos días el año pasado a fines de agosto y a principios de septiembre.y tuve la mejor de las experiencias!
Y entonces cuando decidí volver a Nueva York este año, esta vez para una estadía más larga, volví a elegir el New Yorker.
Desde el aeropuerto JFK el metro me dejó a sólo unos pasos del hotel . Me permitieron un early check-in, lo cual se agradece, en especial después de un vuelo largo .
Al llegar me sorprendieron con un upgrade a una hermosa suite esquina amplia y
luminosa en el piso 40!! Las vistas eran excepcionales. Tenía al Empire State Building en una ventana, y a Downtown en la otra.
El acceso al metro es inmejorable, con una estación tan conocida que cuando tenía dudas de cómo regresar al hotel, siempre encontraba a alguien que me sabía ayudar.
El hotel cuenta con numerosos ascensores que facilitan el acceso rápido a la habitación lo cual se agradece sobre todo cuando uno llega cansada de tanto caminar.
Un personal amable y de sonrisa fácil, en especial los porteros que con su infinita paciencia ayudan con las indicaciones que uno necesita, hacen de la estadía una experiencia muy agradable.
Agradezco sobre todo a su gerente Brian siempre dispuesto a solucionar cualquier inconveniente.
Definitivamente volvería a elegir el New Yorker en mi próxima visita a Nueva York.