Una semana sola en Seattle, sin marido ni niños y este hotel se convirtió en mi familia. La atención es SUBLIME. Desde antes de llegar me hicieron sentir especial al aclararme muy rápidamente que no me cobrarían por guardarme los paquetes que comprara online. Todos, desde el botones hasta el gerente, se esmeran por hacerte la vida fácil y divertida.
El hotel está ubicado en pleno centro de Seattle a pocas cuadras del Pike Place, Space Needle y tiendas estupendas.
El restorán está muy bien atendido y tiene una carta apetecible.
Es verdad que las habitaciones son pequeñitas y los baños más aún, pero el diseño y los miles de detalles preciosos y simpáticos, hacen que te olvides de cualquier estrechez.
Mención aparte merece su decoración rockera y vanguardista. Los pasillos negros con sus puertas decoradas con fotos en blanco y negro, las frases simpáticas en los ascensores, la papelería e instrucciones escritas de manera cercana... en fin, todos los detalles están pensados.
Alojar ahí fue una gran experiencia y volvería de TODAS MANERAS.