El alojamiento estaba muy bien. Todo muy limpio y la habitación grande. La calefacción la ponen ellos, no puedes encenderla cuando tú quieras, pero como nosotros fuimos en abril por la mañana no hacía frío. Lo que no me gustó fue el trato recibido por parte del recepcionista, que tenía pinta de ser el dueño. La amabilidad brilló por su ausencia. Y luego nos acompañó a la habitación una mujer que salió de la cocina, con su delantal incluido. La recepción se encuentra en el edificio de enfrente, que es otro hotel pero de los mismos dueños.