Después de patearnos la Sierra durante dos días y llegar a Capileira, su piscina y sus habitaciones tan rústicas del lugar, así con las sábanas blancas y su suavidad, fue como estar en el Olimpo. Reconozco que son las cosas sencillas las que me gustan y este hostal las tiene. Espectaculares vistas y un trato cercano y agradable.