Nosotros fuimos una semana en agosto de 2014.
Ubicación: el Chateau está al lado del ferry y "lejos" del aeropuerto (la isla es pequeña). Está en un alto con estupendas vistas. Hay que coger coche para todo, pero el establecimiento te lo proporciona (lo pagas y luego te lo descuentan de la factura). Se conduce por la izquierda, en general sin problemas, no hay grandes distancias.
Hotel: muy pocas villas, muy tranquilo y de atención muy personalizada, si no te gustan los macro-hoteles, este sitio es ideal. Arriba del complejo hay un spa y un jacuzzi exterior.
Habitación: Nosotros estuvimos en la Villa que tiene la terma romana, era fantástica. La terma está en la terraza con las vistas que veis en la foto que adjunto, está bajo techo y con acceso directo al baño. Es un cubo con profundidad de agua calentita donde da gusto estar a la vuelta de un día de playa antes de la ducha y la cena. Tiene un botón para que la puedas poner en marcha y calentar cuando quieras. Salta de vez en cuando para mantener la temperatura pero le das al botón y la apagas si te molesta el ruido. No salta de noche así que no hay problema de ruido nocturno. La ducha no es exterior, cosa que se agradece: no tiene barreras, el suelo se inclina hacia el desagüe, otra gozada. Tiene también bañera grande. La terraza es grande y cómoda.
Comidas: cogimos desayuno y cena: al ser pocas villas, no hay buffet. En el desayuno se hizo un poco repetitivo, pero puedes elegir de una carta donde hay siempre huevos de las gallinas que tienen y que están muy ricos. La fruta, una decepción: no es temporada de mangos, la piña era sosa, el melón y la sandía más soso aún, lo más rico era el platanito y la fruta de la pasión. La cena era en plan gourmet: un menú diferente cada día que preparaba un chef que luego se pasaba por las mesas a saludar y recibir las felicitaciones: la comida era rica, para nosotros que somos muy vegetarianos un poco pesada, porque no podías elegir, era el menú preparado. Es mucho a base de pescados y había alguna noche criolla que te chupabas los dedos con los curries.
Servicio: son todos muy amables y tratan de ayudar en todo, aunque no son la rapidez en persona. Charlie es el alma del lugar, cuida de todos en las comidas y viene también a la excursión de la isla. Eso sí, se empeña en hablar en español, que casi no sabe, y a veces no había forma de enterarnos de las cosas! El día que llegamos lo hicimos con 7 horas de retraso por retraso en el avión y nos dieron de cenar aunque había pasado ya la hora. Además no teníamos las maletas y ellos nos ofrecieron camisetas para dormir y algo para asearnos, la gente de recepción fue encantadora.
Excursión a la isla: el dueño del Chateau tiene una isla y los fines de semana, si el tiempo lo permite, organiza una excursión a la isla sólo para los huéspedes. Es un dinerito, pero merece la pena: un lado de la isla es para hacer snorkel (ojo a los corales, hay que alejarse un poco de la orilla para que haya profundidad suficiente y no sea peligroso cortarte o no los machaques), el otro lado es una playa de película, pero con mucho oleaje (al menos en agosto). Dentro hay tortugas de tierra. Nos hicieron una barbacoa en el pescado más rico que he probado en mi vida.
Otras cuestiones de interés cuando se viaja en agosto a Praslin:
Tiempo: temperatura ideal, entre 26-28 grados todo el día, nubes y claros, apenas alguna llovizna ocasional, brisa continua del sureste, no se pasa calor en ningún momento.
Mar: En general muy movido: ojo a los buceadores: nosotros íbamos con idea de hacer snorkel y buceo sin parar, pero NO ES LA TEMPORADA para hacer esto: hay muchas corrientes y muy poca visibilidad, no más de 5 metros. Sólo buceamos un día en Ave María y ya no buceamos más, era muy incómodo por las corrientes y no se ve nada. En esta temporada la cosa es así. Snorkel sí hicimos yendo a la zona de sotavento de la isla, pero aún así, poca visibilidad y mucho movimiento. Eso sí, lo que ves es precioso: peces loro, trompeta, ángel, barracudas, calamares...Nosotros íbamos a Anse Lazio, a la esquina de la derecha según miras al mar. Muy recomendable también coger desde Cote d'Or una barca que te lleve a La Reserve (no se puede acceder por tierra si no estás alojado en el Hotel La Reserve): allí el mar está más tranquilo y hay mucha vida.
Valle de Mai: como algún día estuvo muy nublado, fuimos y nos gustó. La vegetación es increíble y los tipos de palmeras, muy curioso. No se tarde mucho en recorrer.
Playas: La playa que tiene abajo el Chateau no la usamos, cuando fuimos estaba llena de algas y medusillas pequeñas y muy movida. Anse Lazio es muy bonita y hay tortugas de tierra. Cote d'Or es más larga y muy paradisíaca, más fácil para bañarse y tiene más zonas de restaurantes y los dos centros de buceo. Se aparca bien. Anse Georgette: fuimos sin reservar una tarde que estaba muy nublado y al llegar a la verja del hotel nos dijeron que había que reservar pero que esta vez nos dejaban pasar. La playa es bonita, pero ahí de snorkel nada de nada, la arena estaba totalmente revuelta.
Idiomas: todo el mundo habla 3 idiomas: criollo, francés e inglés. El centro de buceo Octopus lo lleva una pareja francesa que vivió en Ibiza, hablan español.
Medicinas: llevad de todo porque en estas islas no hay nada. En concreto, si hacéis snorkel, ojo al coral que con tanta corriente es fácil cortarse. Nos pasó y no basta con pomada antibiótica y betadine: hay que tomar antibiótico desde el primer momento porque se infecta. Al final tuvimos que ir al "hospital" pasados unos días cuando fuimos a La Digue y el protocolo fue: antitetánica, antibiótico (que solo te dan en el hospital, no hay farmacias) y curas con pomada y betadine.
Mosquitos, moscas de arena: en Praslin no vimos ni un mosquito ni una mosca de arena, era la parte buena de la brisa continua en esta temporada seca.