Visitamos Pousada Villa Gardena en enero de 2018, donde nos alojamos mi esposa y yo durante 15 días. La posada tiene solamente un año y se construyó sobre la base de una anterior vivienda a la que se anexaron, en terrazas mirando hacia el mar, nuevas habitaciones.
Cuenta con sólo cuatro cuartos, uno de ellos creo que admite hasta tres pasajeros, pero están diseñados para parejas. Todos tienen piso de madera flotante y un gran ventanal hacia el mar y la pequeña Lagoa do Medio, mas o menos a la altura de la mitad de la Praia. Se puede ver plenamente el amanecer y vale la pena levantarse para cerrar el black out y disfrutar un rato de la imagen.
Las habitaciones tienen televisores Led de 42" (salvo la suite Gardena, que tiene un aparato menor) con conexión a Netflix y frigobar. Las camas son amplias y cómodas.- Los tres cuartos estàndar tienen balcón con una hamaca, mesita y sillas, y un pequeño tender para colgar las mallas u otros elementos. Pero la que destaca es la Suite Gardena, que realmente disfrutamos por su intimidad absoluta. Es mucho màs grande que las otras y en lugar de balcòn tiene una galería a lo largo de todo el enorme ventanal, seguida de un àrea de césped. Ideal para sentarse a tomar unos mates al llegar de la playa, leer, tomar una cerveza...
Esta suite tiene ingreso independiente con el vehìculo, con portón automatizado, y se puede dejar el coche debajo de un àrbol que da una sombra justa durante todo el día.
El desayuno es muy cuidado, todo hecho en el día y de excelente calidad, y la atención de las chicas que estaban a cargo fue excelente.
Se puede cenar en la posada, que todas las noches prepara un menú diferente a un precio semejante a de los restaurantes del centrinho, pero hay que anotarse antes considerando los escasos huéspedes.
A la salida del espacio de desayuno, que se sirve tanto adentro como en una galería, hay un deck con una pequeña piscina que balconea hacia el mar, siempre muy limpia, con toallas disponibles y el agua templada por el sol o porque en dìas nublados utilizan un sistema de calentamiento. Para disfrutar un rato tras pasar por la ducha exterior al volver de la playa, con un exquisito acaí.
Hay reposeras para llevar a la playa; las sombrillas son pequeñas. La bajada hacia el mar es en mucha pendiente, en un primer trayecto sobre un sendero de piedra y luego de arena, y no es una de las bajadas concurridas. Por el contrario, la zona de playa en que desemboca es una de las màs tranquilas, pese a que Rosa se ha convertido con los años en un lugar de enorme convocatoria. No olvidarse nada en el cuarto, porque volver a buscarlo implica asumir una subida considerable de unos diez o quince minutos, que de todos modos viene bien como actividad para quemar un poco de calorías.
Tiene wi-fi de buena conectividad para lo que es Praia do Rosa en este tema.
La atenciòn de sus propietarios, Rejane y Bruno, fue muy cordial, siempre pendientes de los detalles.
Sin dudas recomendable y si volvemos a Rosa (nos tocó mal clima en general) seguramente será a este lugar.
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