Si por algo ha destacado siempre Palermo es por su título de restaurante exclusivo de la Asturias más occidental. Ahora bien, ha decaído bastante. Pese a tener la mejor carta de vinos y una propuesta variadas, con las tapas que añadieron hace un par de años, ya no es lo que era, y se nota claramente en el servicio.
Los erizos de mar me encantan y los bordan, luego las parrochas estaban ricas, pero sin más. El ragut de bogavante estaba muy bueno, y me encanta La empanada de aguacate. Los aperitivos que te ponen, sea el pâté o las sardinas marinadas, con muy buena presentación, están ricos. Ahora, la "barca de fritos" es una fritanga bastante insípida a excepción de las tortitas de camarones, más propias del sur... Y un despropósito el "ceviche" de pulpo guacamole y patata frita, a saber, un vasito con guacamole, un trozo de pulpo y una patata. Esas 2 mejor no pedirlas. Si vais a comer bien, la lubina es exquisita. A destacar el detalle retro de los azulejos Versace del baño, siempre me ha parecido pintoresco.