Es un hotel lleno de encanto e historia, una verdadera joya en pleno centro de San Isidro, A pocos pasos, cruzando la calle se encuentra la Catedral de San Isidro
Lo visité en 3 ocasiones y la última vez fue por un evento y cata de vinos organizado por bodegas Lagarde.
Habitaciones amplias, còmodas, con mobiliario antiguo original, cuadros increibles.
Camas super comodas y menu de almohadas sensacional. Impecable ropa de cama.
En el segundo patio o jardin se ubica la piscina, justo frente al desayunador que antes funcionaba como invernadero.
Uno se siente fantasticamente bienvenido y se transporta a añtaño a un verdadero casco de estancia.
Tiene un spa fantástico y gimnasio.
Cuenta con salón o club house para reuniones en una casa con salida independientes hacia otra calle para eventos corporativos y/o personales. Con servicio de catering distinguido y asador propio, para deleite de los agasajados o asistentes.
Me encantó y quiero volver!!!