El hotel está situado en la carretera de Saló a Toscolano, el acceso a la finca y la salida es un poco peligrosa, ya que la carretera es la que bordea el lago di Garda. Muy estrecha por la orografía de la zona.El hotel tiene acceso directo al lago. El entorno y las vistas son espectaculares. El hotel es pequeño, unas 50 habitaciones. Es muy tranquilo, ideal para un tipo de turismo que ya no existe en España: familiar, deportivo y tranquilo. La habitación tenía dos pisos, con una cama y un sofá- cama, capacidad para 4 personas. El baño con ducha. Todo muy limpio. Tuvieron detalle de bienvenida. El desayuno muy completo, el único fallo es que los zumos no eran naturales, pero era todo lo demás era muy abundante y muy fresco.Más
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