Popular por sus arboledas de cítricos y sus vistas panorámicas del agua, sin mencionar sus edificios color pastel junto a los acantilados, Sorrento es una ciudad pequeña pero que no se puede omitir. No es de extrañar que las actividades más grandes giren en torno a la vida costera: buceo, pesca, cruceros en barco y el puerto deportivo Marina Grande, lleno de yates de lujo e increíbles restaurantes de mariscos. Pero hay mucho más a un corto paseo de la costa, como la Piazza Tasso, la animada plaza del pueblo con pintorescos cafés y tiendas familiares. No te pierdas la iglesia de San Francisco del siglo XIV (combínala con los inmaculados jardines públicos del vecino parque Villa Communale con vistas a la bahía de Nápoles para disfrutar de una excelente forma de pasar la tarde). Puedes cruzar la península en una de las rutas de senderismo, pero si son demasiado empinadas para ti, también encontrarás muchos taxis. Nota para los amantes de los licores: Sorrento es el lugar de nacimiento del limoncello, así que no te vayas sin tomar uno o dos.